Por: Kaori Maeda de Peña Twitter: @Visionjapon360
“Espero que este año sea mejor para todos. En el inicio del 2019, deseo paz y felicidad para todos en Japón y en el mundo”, dijo el emperador Akihito en su discurso de Año Nuevo ante más de 154.000 asistentes. Japoneses que llegaron desde distintas partes del país aprovecharon la última oportunidad para ver en vivo al monarca que ocupó el trono del Crisantemo desde 1989.
En el 2016, el emperador Akihito decidió romper la tradición y expresó su deseo de abdicar, algo que no había sucedido en Japón en los últimos dos siglos. Akihito, hoy con 85 años, adujo problemas de salud. Un año después, el Parlamento aprobó una ley que le permitía a Akihito abdicar, pues no existía legislación para un caso como este. La ley estableció un plazo de tres años para la abdicación, y solo será válida para Akihito.
“Vine desde Osaka para agradecerle por su duro trabajo. Hoy escuché su voz en vivo y grité tres veces ‘¡gracias por el arduo trabajo!’”, le dijo a Reuters Toyoko Somekawa, de 80 años, luego del saludo imperial. Ante la masiva asistencia, Akihito salió siete veces al balcón, en vez de las cinco que tenía previstas.
Akihito, un emperador ‘moderno’ y pacifista
La abdicación no es el único acto de Akihito que rompe con la tradición. Su primer acto “revolucionario” fue casarse con una mujer que no pertenecía a la realeza. Akihito y la ahora emperatriz Michiko han estado juntos durante 60 años.
Desde su llegada al trono, Akihito ha sabido desempeñar el rol moderno de “símbolo de del pueblo japonés” que fue impuesto por el general Douglas McArthur luego de la derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial.
En ese momento fue el padre de Akihito, el Emperador Hirohito, quien tuvo que conformarse con un papel más ceremonial, despojado de todo poder político. Fue el último de los emperadores japoneses en ostentar una condición semidivina, descendiente directo de la diosa del sol Amaterasu, según la mitología japonesa.
Encerraba tal aura de misticismo la figura del emperador que la primera vez que el pueblo nipón oyó la voz de Hirohito fue en el discurso de rendición que se transmitió por radio el 15 de agosto de 1945, luego de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Mientras su padre fue expansionista y se le atribuyen actos sanguinarios como jefe supremo del Ejército Imperial, Akihito ha sido conocido por su mensaje de paz, dedicándose a sanar las heridas de la guerra. Como muchas veces durante sus treinta años de imperio, el pasado 25 de diciembre, con ocasión de su cumpleaños, Akihito se refirió a la Segunda Guerra Mundial:
“Creo que es importante no olvidar las incontables vidas que se perdieron en la Segunda Guerra Mundial, y que la paz y la prosperidad de la posguerra en Japón están cimentadas en numerosos sacrificios y esfuerzos incansables de los japoneses”, dijo Akihito con voz entrecortada.
El próximo 30 de abril culminará el imperio de Akihito, quien se retirará junto con la emperatriz Michiko y cederá el trono a su hijo mayor, el príncipe Naruhito.
Nos estamos leyendo, en el próximo reportaje de Visión Japón 360.
Sayonara Bye.
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